La cúpula del Panteón de Roma, construida hace casi dos mil años, sigue siendo la mayor cúpula de hormigón no reforzada del mundo, con un diámetro y altura de 43 metros.
Aunque los romanos no inventaron el hormigón, perfeccionaron su uso mediante una receta descrita por el arquitecto Vitruvio, que combinaba cal, puzolana y diversos agregados para optimizar su densidad.
Esta innovadora mezcla, junto con la avanzada comprensión de la química del hormigón, permitió que la cúpula resistiera el paso del tiempo sin refuerzos modernos, convirtiéndose en un símbolo duradero de la ingeniería y arquitectura romana.
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